Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad"

2°PEDRO 3:18

24.5.10

La cultura y los evangélicos- Rescatando espacios perdidos

Habíamos corrido toda la tarde aquel día del mes de octubre de 1984 para poder conseguir de parte de un grupo electrónico los instrumentos necesarios para montar una suerte de orquesta estable dentro del Primer Cantar Juvenil que habíamos decidido montar en nuestra iglesia, afortunadamente contábamos con el apoyo y entusiasmo que nos daba nuestra juventud y el ímpetu que solíamos impregnar en estas citas animaban al hermano más apático de la Iglesia Eben Ezer de Tomé. Pero la sesión de miembros de la iglesia había sido extremadamente “áspera” aquel domingo, puesto que algunos hermanos “en la dura” como dirían los jóvenes de hoy encontraban incorrecto que utilizáramos instrumentos “contaminados del mundo” dentro del templo, menos si iban a ser utilizados para alabar a Dios. Analizar hoy día, el grosso error cometido por la iglesia evangélica en America latina al alejarse de la cultura que conciente o inconcientemente se produjo hace más de 40 años, llegando al extremo de considerar todo lo que significara modernidad para el mundo como un pecado para la iglesia, ha costado caro y ha significado aislamiento, discriminación y enajenación de la misma dentro del mundo. Como que nos tomamos demasiado en serio el “librarnos de la levadura de los fariseos” olvidándonos por completo de la oración del Señor Jesús el cual no pidió que fuéramos quitados o sacados del mundo sino abogó encarecidamente que por el contrario al estar inmersos en el mundo fuéramos “guardados del mal”. Nos olvidamos de la parábola de la mujer que escondió levadura en una medida de harina la cual, dice la escritura, leudó toda la masa. A veces no entendemos cuanta verdad hay en las palabras del Señor al advertirnos de cuidarnos de la influencia del mundo, Dios trató de mostrarnos que fuéramos cautos pero en el sentido de procurar que nosotros afectáramos al mundo primero, y ¿Cómo?: involucrándonos en el, leudándolo; influyendo en todos sus ámbitos; en las artes, la política, el mundo social, en los medios de comunicación, etc. Hoy estamos invadidos por radios y estaciones de TV “cristianas”, que ni siquiera los cristianos se dan el tiempo de ver o escuchar, ¿Por qué se da este fenómeno hoy día?. Porque nos hemos aislado del mundo. En el afán de evitar ser contaminados por sus instrumentos, hemos dejado de usarlos y se los hemos entregado al mundo secular, hemos entregado el cultivo de las artes y la música, hemos cedido los medios de comunicación; nos hemos negado a la discusión por la coyuntura política y nos hemos enquistado en nuestros feudos “evangélicos” y al igual que incursiones indígenas salimos de cuando en cuando a hablar del evangelio sin provocar mayor impacto en la sociedad. Es dura la realidad hoy día y es duro reconocer los errores cometidos en el pasado, pero es más duro aún para los que son de Cristo, los que sienten arder en su corazón la llama de la urgencia del evangelio; los que reciben el genuino llamado de Dios y que ven más encima como en los mismos medios de comunicación evangélico se ha tergiversado la verdad, tornándola antojadiza y parcial; vemos como se ha tratado de encapsular la fe, al tañido incierto de las campañas pro-dinero para financiar las transmisiones de una determinada cadena de radios olvidando que del “Señor son la tierra y su plenitud” manteniendo los mal llamados ministerios de fe colocando al mismo Señor en una incómoda posición de ser poco visionario o cuidadoso al permitir levantarse estos ministerios sin procurar cuidar primeramente su futuro financiamiento o existencia. Por ello es importante cuidar las señales que vamos dejando en el camino, sentarnos como dice el evangelio a sacar cuentas primero y a no salir a la batalla con mil ante un ejército de diez mil; porque las consecuencias las paga la iglesia del Señor por nuestra imprevisión e improvisación. Sin visión no hay futuro, porque la falta de ella es sinónimo de pobreza espiritual. Dios jamás apoyará la improvisación, jamás apoyará una obra sin que haya primero una visión; la Biblia y la historia entera está llena de ejemplos de hombres visionarios que lograron afectar al mundo con su hacer, hombres que se atrevieron a confiar a Dios el cien por cierto de sus vidas, y que son los que al final hacen que las cosas pasen. No son los instrumentos lo que están contaminados dentro de la iglesia, es la iglesia misma la que al igual que el pueblo de Israel esperando a Moisés al pie del Sinaí debe cuidarse de no dar sonido incierto en su música. Necesitamos empoderarnos en el mundo, tomar el control de los medios, ir adelante en nuestra penetración de la sociedad, conquistarla para la gloria de Dios e ir a las mismas trincheras del enemigo a rescatar a aquellos soldados que son nuestros pero que han nacido cautivos o han sido capturados por el enemigo. Conseguir que en las ciudades se vayan abriendo espacios de penetración para compartir la verdad y conseguir con ello leudar “toda la masa”. Como iglesia de Cristo ese debe ser nuestro propósito, nuestra razón de ser, nuestra tarea, y en ella no debemos cejar ni claudicar, no podemos seguir entregando nuestros instrumentos al enemigo porque este ha demostrado ser más diestro que nosotros en su uso y no ha desaprovechado las ocasiones que nosotros mismos le hemos brindado, debemos recuperar el terreno y como fieles soldados ir en pos del Rey de reyes que va delante luchando con nosotros y por nosotros.

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