Si vamos a Galatas 5:22 y 23 nos encontraremos como el apóstol Pablo nos enumera los frutos del Espíritu, a los cuales todo cristiano que se precie de tal debiera poder acceder sin dificultad, más aún si el contar con ellos nos permite librarnos de tantos problemas. Pero en el libro de Romanos encontramos que para llegar a ello, aún Pablo debió luchar con ahínco contra sus propias debilidades, un conflicto en el cual debió poner en la lucha
Dentro de estos frutos se destaca la paciencia como un fruto importante dentro de la armadura que debe ceñirse todo cristiano, esta paciencia que no es solo estar calmos, o demostrar aguante ante situaciones límites es un tipo de paciencia suprema y que mana desde el mismo Dios que va formando en nosotros estos dones.
La paciencia en si la podríamos definir como “la musculatura que pone en ejercicio la fe” para alcanzar metas en nuestra vida cristiana, no es simple resignación a lo que nos depare el mundo; no es andar a la deriva en un mundo lleno de obstáculos; no es solo aguantarnos y sufrir por ello; tampoco es poner nuestra ansiedad bajo control.
La paciencia divina es algo así como un “aguante apacible” con altas miras, basado en el conocimiento de que Dios esta en absoluto control, es una continua dinámica activa y potente pero que a la vez nos permite descansar en El; es estarse quieto y esperar en El; pero no es una espera resignada, está asociada con la esperanza (Salmo 46.10), (Rom. 8:24-25)
Isacar, asno fuerte que se recuesta entre los apriscos, Al ver que el descanso era bueno y la tierra deleitosa, bajó su hombro para llevar carga, y sirvió como un esclavo. Génesis 49:14-15
La fe es como los frenos de un vehículo, nos dan confianza y no dejan que el auto se nos vaya y se desbarranque, la paciencia por su parte es como el pie que empuja este freno, la fe crece con la paciencia (Heb.6:11-12).Sin paciencia no se heredan las promesas ya que la fe sola se acercaría más al misticismo.
Por el contrario la impaciencia es total falta de fe, de confianza en lo que Dios puede hacer en, por y a través de nosotros, la impaciencia llevó a Abraham a desesperar y tomar a Agar la esclava cuando quería un hijo; fue esta impaciencia la que llevó a Saúl a ofrecer el mismo, holocaustos a Dios sin saber esperar la llegada de Samuel para ello.
En el ejercicio de la paciencia debemos saber distinguir las fases y partes que se destacan en el proceso, debemos saber esperar la parte que Dios coloca y que son sus promesas firmes y verdaderas, nuestra parte corresponde a la paciencia misma que podemos calificar como FE EN ACCION, y debemos tener mucho cuidado porque en medio de este ejercicio el enemigo juega un papel crucial ya que el sabe y ha aprendido sagazmente a suplantar las promesas de Dios por la tentación, la cual alimenta con la impaciencia.
Santiago sostiene que la paciencia nos lleva a la madurez “ Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia”(Santiago 1:2-3).Por lo cual debemos saber aguantar en el Señor y esperar, pero sin tirar la esponja en el proceso “Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir”1°Cor.10-13)
La paciencia en si se labra en las pruebas, por lo cual estas hemos de tomarlas según la escritura, con sumo gozo. Esto en cualquier condición, aunque parezca no haber una salida y no dar lugar al diablo.
Santiago 1 :12-18 nos muestra “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.
Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie” Aquí está realmente el principio de la caída del hombre y por ende de todas sus caídas por lo cual debemos asirnos de las promesas de Dios para alcanzar la madurez y tener entre nuestros frutos, aquel que supo distinguir al verdadero cristiano maduro de aquel que camina a tumbos por el mundo, aquel que en su propia humanidad y experiencia supo comunicarnos el apóstol Pablo en Romanos al graficarnos la lucha constante del hombre entre la carne y el espíritu,
La paciencia cultivada en nosotros es aquella que nos permitirá confiar en que la respuesta a la oración de fe nos será dada, aún antes de terminar la oración y que en nuestra relación diaria con nuestros propios hermanos nos enseñara a “soportarnos poco a poco en amor”.
Hebreos está lleno de ejemplos de esta pugna que trata de librar en nuestra vida la paciencia y las tentaciones de la vida (Hebreos 2:12; 4:2; 6:12; etc.)
En el ejercicio de la paciencia vendrán muchas situaciones que nos desanimarán pero aún en medio de estas pruebas no debemos mostrarnos perezosos sino al igual que el escritor de Hebreos 3:6-14 estar firmes “con tal que mantengamos nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece… con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio”
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis…”(Efes.5:15)
Sabemos que tenemos con nosotros al Sumo Sacerdote que va delante de nosotros y que nos da la fuerza para poder resistir y que lucha la batalla por y con nosotros, estando confiados que El sabe de esto, ya que Jesucristo sufrió la tentación y el dolor de las pruebas más que todos nosotros por lo cual comprende perfectamente por lo que nosotros estamos pasando, y por ello preparó todo un arsenal de herramientas a las cuales podemos echar mano en cada ocasión ya que la tentación está puesta también en nuestro camino para enseñarnos la obediencia la cual llevaremos adelante al ejercer el fruto de la paciencia que no es otra cosa que FE EN ACCION, lo cual nos permitirá demostrarnos a nosotros mismos la real capacidad y poder que Dios ha puesto en cada uno de nosotros.
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