Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad"

2°PEDRO 3:18

2.6.08

IGLESIA E INDIVIDUO

¿Que significa para cada uno de nosotros el ser Cristianos?, así con mayúsculas comprendiendo que en el nombre mismo nos identificamos como seguidores del Cristo, aquel por el cual decimos sentirnos aceptos según el libro de Efesios. ¿Nos sentimos realmente acaso como genuinos representantes en medio de la sociedad del Dios único? ¿Qué nos queda en mente al medir en toda su dimensión el sentirnos el “pueblo del evangelio”?. Si sabemos dar la correcta dimensión a la respuesta que UD. y yo podamos encontrar a estas interrogantes, comprenderemos la tremenda responsabilidad que significa ser los embajadores de Dios en la tierra para anunciar su evangelio, aquellas buenas nuevas que significan entregar en forma clara y rotunda la verdad que el Dios del cielo hizo posible para la humanidad en Cristo. Pero, para afirmar estas verdades en nuestra vida, nos es muy necesario estar constantemente volviendo a las escrituras con el fin de afirmar nuestras verdades sometiéndolas a la verdad absoluta que esta representa para nosotros en la Biblia como regla de fe, a la luz de esta confrontación logramos colegir que muchas de nuestras formulaciones de la buenas nuevas terminan siendo defectuosas. El buscar de un principio la comunión personal con el Señor y el buscar recibir de El en forma continua su bendición nos lleva muchas veces a olvidar o pasar por alto la importancia que la iglesia como congregación de los santos representa en el plan infinito del Creador. Ello porque en nuestro discurso tendemos a sostener como mensaje primo la salvación del hombre como individuo y solemos propender su búsqueda personal en comunión con El. Enfatizamos que Jesús murió por nosotros “para redimirnos de toda iniquidad” más que “para purificar para si un pueblo propio” (Tit.2:14), a su vez tendemos a comportarnos más como individuos en búsqueda de Dios que como miembros de la nueva sociedad de Dios. En suma se habla y canta mucho más de “tengo una vida nueva” más que de somos “pueblo de Dios”. El esforzarnos por abrir nuestra mente y ojos a la real dimensión a la que Dios nos está llamando teniendo u obteniendo la capacidad de ver a la iglesia del Señor como un todo y como verdadera depositaria de sus gracias, nos proporciona mayor visión para comprender nuestro lugar en el mundo, recién allí estaremos colocando nuestro lugar en el centro de la visión, porque para Dios todo ministerio comienza en su iglesia, y en la medida que nosotros pongamos a su servicio los dones que nos fueron dados en función de engrandecerla y fortalecerla estos se irán siendo patentes en nosotros. “El mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efes. 4:11-12) notemos como Pablo mismo enfatiza la razón de estos dones que nos son otorgados, que son para la edificación del “cuerpo de Cristo”. Por ello es importante poder entender esto, porque en la medida que seamos capaces de poner nuestros dones al servicio de la iglesia, Dios mismo nos irá dando el crecimiento y madurez para ejercerlos cada vez con mayor eficacia. Ahora, cuando hablamos de iglesia, ¿Dentro de que ámbito nos tendremos que mover para cumplir el deseo del Señor?, es lógico que primeramente nos debemos enfocar en nuestra iglesia local, pero ello no es, ni debe ser impedimento para mantener ampliada la visión respecto de la iglesia toda, ya que Dios no vino a denominación alguna, llámese esta bautista o pentecostal; asambleas de Dios o presbiteriana, ya sea anglicana o metodista o cualquier otra; si bien todas ellas representan diversas expresiones de la iglesia del Señor, ninguna en particular puede arrogarse el derecho de ser la iglesia toda. Por ello sea donde sea que Dios nos tenga sirviendo, jamás debemos perder de vista la universalidad de la iglesia del Señor “vosotros tenéis la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16) nos dice Pablo, por lo cual debemos enfocar nuestra mente en la iglesia como la “congregación universal de los santos”, aquella formada por los verdaderos hijos de Dios de cualquier nivel social, índole, raza o color, y que han sabido entregar a Dios su corazón y ha sabido confiar en el sacrificio vivo de Jesucristo como obra suficiente para rescate del pecado y de la muerte. Finalmente debemos reiterar que es importante mirar la obra de Dios como la obra de la iglesia y mirar nuestra vida como una proyección de lo que Dios quiere hacer en ella; de donde todo lo bueno o lo malo que a nosotros nos acontezca en el fondo le acontece a ella, en donde todos los miembros de la asamblea nos sentimos bendecidos o tocados por esa prueba, la idea anterior se encuentra claramente establecida en la escritura y aunque a veces no vemos o no sabemos ver más allá cuando somos bendecidos con algún don o beneficio en particular, debemos internalizar en nosotros la idea de que la visión de Dios nos fue dada para edificación de su iglesia, de donde cada uno de nosotros somos miembros y entre todos formamos su cuerpo “el cuerpo de Cristo”
“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, empero todos los miembros no tienen la misma operación; Así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros” (Rom.12:4-5).

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