Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad"

2°PEDRO 3:18

13.1.11

La revelación divina a Pablo o el misterio que se le ha dado a conocer (vv.1-6)

En este corto pasaje Pablo utiliza tres veces la palabra “misterio”: por revelación me fue declarado el misterio (v.3) .. . podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo (v.4) . . . aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio (v.9). Es una palabra clave para nuestra comprensión del apóstol Pablo. Necesitamos entender que las palabras castellana y griega no tienen el mismo significado. En castellano un ‘misterio’ es algo oscuro, secreto, enigmático. Lo “misterioso” es inexplicable, hasta incomprensible.

La palabra griega mysterion, sin embargo, es diferente. Aunque aun es un “secreto” ya no está celosamente guardado sino a la vista. Originalmente, la palabra griega se refería a una verdad en la que alguien había sido iniciado. Más aun, llegó a usarse para referirse a las enseñanzas secretas de las religiones paganas misteriosas, enseñanzas que estaban restringidas para los iniciados. Pero en el cristianismo no hay “misterios” esotéricos reservados para una élite espiritual. Por el contrario, los “misterios” cristianos son verdades que, aunque están más allá del descubrimiento humano, han sido reveladas por Dios, y por lo tanto pertenecen abiertamente a toda la Iglesia. Más sencillamente, mysterion es una verdad escondida del conocimiento o comprensión humana, pero descubierta por la revelación de Dios.

Si ése es el significado general de “misterio” en el Nuevo Testamento, cuál es el singular secreto que fue destapado o verdad revelada, que no se dio a conocer a los hijos de los hombres pero ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (v.5) y en forma especial a él, añade Pablo, ya que por revelación me fue declarado el misterio (v.3)

En el versículo 4 y en Colosenses 4:3 lo llama el misterio de Cristo. Así que, evidentemente, es una verdad especialmente revelada de la cual “Cristo es a la vez la fuente y la substancia”.6 Pablo declara su naturaleza exacta con fuerza y claridad en el versículo 6. Es que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y junto, el misterio concierne a Cristo y su único pueblo judeo-gentil.

A fin de definirlo más precisamente, Pablo reúne (y en un caso inventa) tres expresiones paralelas y compuestas. Cada una tiene el mismo prefijo syn, “junto con” e indica que los creyentes gentiles ahora tienen compañerismo con los creyentes judíos.

¿Qué es esto? Los gentiles son “coherederos” (synkléronoma), “cocorporales” (syssoma) y “copartícipes” (symmetocha) de la promesa. Pero estas tres palabras griegas poco usuales necesitan ser aclaradas. Lo que Pablo está declarando es que juntos los cristianos judíos y gentiles son ahora coherederos de la misma bendición, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de la misma promesa. Y este privilegio compartido es tanto en Cristo Jesús (porque lo disfrutan por igual todos los creyentes, sean judíos o gentiles, si están en unión con Cristo) como por medio del evangelio (porque la proclamación del evangelio incluye esta unidad y por lo tinto la pone al alcance de aquellos que creen).

Para resumir, podemos decir que “el misterio de Cristo” es la unión Completa de judíos y gentiles unos con otros a través de la unión de ambos con Cristo. Era esta unión doble, con Cristo y de uno con el Otro, la sustancia del “misterio”. Dios se lo había revelado especialmente a Pablo, según lo expresa brevemente (v.3) en el capítulo anterior. Pero también les fue dado a conocer a los santos apóstoles y profetas por el Espíritu (v.5), y a través de ellos “a sus santos” (Co. 1:26)7 Ahora era, por lo tanto, la posesión común de la Iglesia universal.

Era una revelación nueva. Porque en otras generaciones no se dio a conocer (v.5) sino que estaba escondido desde los siglos (v.9). Estas afirmaciones han dejado perplejos a los lectores de la Biblia, porque el Antiguo Testamento ya revelaba que Dios tenía un propósito para los gentiles. Prometía, por ejemplo, que todas las familias de la tierra Herían benditas por medio de la prosperidad de Abraham; que el Mesías recibiría a las naciones como su herencia; que Israel sería dada como luz a las naciones; y que un día las naciones harían una peregrinación Jerusalén y aun “correrían” hacia ella como un río ancho.8

Jesús también habló de la inclusión de los gentiles y comisionó a sus seguidores para que fueran y los hicieran sus discípulos. Pero lo que no reveló ni el Antiguo Testamento ni Jesús, fue la naturaleza radical plan de Dios, que la teocracia (la nación judía bajo el gobierno de Dios) llegaría a su fin y sería reemplazada por una nueva comunidad internacional, la Iglesia; que esta Iglesia sería “el cuerpo de Cristo”, unida orgánicamente a él; y que judíos y gentiles serían incorporados a Cristo y su Iglesia en términos de igualdad sin distinciones. Esta unión completa de judíos, gentiles y Cristo, era lo radicalmente nuevo y Dios se lo reveló a Pablo, venciendo su arraigado prejuicio judío.9

Tomado de: John Stott, La Nueva Humanidad. El mensaje de Efesios

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