Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad"

2°PEDRO 3:18

29.7.07

CAMINANDO SOBRE LAS AGUAS

La escena se torna todavía más inverosímil cuando “Pedro le contestó:--Señor, si eres tú, haz que yo vaya hacia ti caminando sobre el agua. Jesús le dijo:--¡Ven!. Pedro salió del bote, caminó sobre el agua y fue hacia donde estaba Jesús. Pero vio que el viento era fuerte, tuvo miedo y se empezó a hundir y gritó:--¡Señor, sálvame!. Jesús de inmediato lo tomó de la mano...”. ¡Es posible caminar sobre las aguas si Jesús está en medio de la situación! Haga práctico este principio. No hay problema ni enfermedad, por grandes que parezcan, que el Señor Jesús no pueda transformar. El poder ilimitado de nuestro amado Dios hace posible lo que humanamente consideramos imposibles milagro que tanto requiere es viable que ocurra. Basta creer. Y creer no es otra cosa que desechar el racionamiento humano para abrir paso al mover de Aquél que todo lo puede. ¿Qué impide que esa señal y prodigio que tanto necesita ahora pueda ocurrir? ¿Se da cuenta? ¡Absolutamente nada dificulta que ocurra porque quien obrará el milagro no es usted sino Dios! Y jamás podremos poner límites a Dios... ¿Por qué se hundió Pedro? Porque comenzó a racionalizar lo que estaba ocurriendo y dio lugar a la incredulidad. “Pedro salió del bote, caminó sobre el agua y fue hacia donde estaba Jesús. Pero vio que el viento era fuerte, tuvo miedo y se empezó a hundir...” No permita que ocurra igual con su vida. Simplemente crea. Nos identificamos: no es fácil. Pero es necesario emprender el camino. Quienes ven milagros son aquellos que se atreven a creer. Asumen el reto. No se detienen. Avanzan. No importa que al principio nada ocurra. Se deciden y avanzan. Lo invito a orar al Señor, al Creador del universo. Estoy convencido de que El responderá. ¿PERO...y si aun tengo MIEDO? Cuando pienso en este bello relato de la experiencia de Pedro, con el Señor Jesucristo. Pienso en mí, en mi vida y en los momentos en que también he salido de la barca para reunirme con Jesús. A veces el miedo me ha hecho titubear y he gritado: “Ayúdame señor que me ahogo”. Pienso que a veces los problemas cotidianos nos llevan a sentirnos solos, tristes, y angustiados, el salmista exclamo: , Hubiera yo desmayado si no creyese que habría de ver la grandeza de Jehová en la tierra de los vivientes. Tal vez a veces te pasa que descubres mentiras, engaños, y piensas en dejarlo todo, en salir de la barca para acercarte a Jesús en busca de respuestas, pero a veces nos da miedo salir de la barca y más aún, avanzar hacia donde el nos espera. Dios tiene extendida la mano para que no nos rodee el miedo, sino que podamos sentir su tierna voz, ordenando a los mares callar ,y diremos tal como Pedro lo sintió aquel día en que caminó sobre el mar .Dios es tan grande, que todos los días en medio de nuestras pruebas, el coloca una 0hermosa ventana y un pequeño rayo de sol llega para iluminar nuestra oscuridad. Calmando nuestro agitado mar, y tendiendo su mano para no dejarnos hundir. Sencillamente Él es maravilloso.

Tomado de Revista En la Calle Recta - Núm. 206

Mayo/Junio 2007

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