Antes bien creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad"

2°PEDRO 3:18

10.4.11

NUESTRA CIUDADANÍA ESTÁ EN LOS CIELOS


(Filipenses 3:12-21)
Mensajes sobre la Carta a los Filipenses
INTRODUCCIÓN: La palabra “ciudadanía” viene de una raíz griega llamada “politeuma”, que es la referencia para un estado o conjunto entero de gente que constituyen una nación y sus intereses en común. Pero el significado más cercano se aplica a personas que eran residentes en una ciudad extranjera mientras su ciudadanía y lealtad estaban en otro lugar. Cuando Pablo eligió esta palabra se ubicó en su contexto geográfico-político. Los filipenses eran ciudadanos romanos. Aquel lugar era escogido por los oficiales jubilados, así como otros soldados para el merecido reposo del trabajo cumplido. La ciudad era mejor conocida como el lugar de residencia para el “Senatus Populas Que Romanus (la gente y el senado romano). Por otro lado, Filipos era una ciudad distinguida por sus avances y los logros del imperio. Muchos preferían vivir en esa región por las excelentes ventajas que ofrecía. Pablo toma este contexto para decirle a los filipenses que aun cuando ellos pudieran sentirse muy bien en Filipos, su ciudadanía no estaba en otro lugar. Aunque pertenecían al imperio romano, ahora eran ciudadanos del reino de los cielos. La declaración de Pablo pone de manifiesto la verdad insoslayable, que el creyente nació en Cristo para ser ciudadano de la patria celestial. Las ciudadanías terrenales son temporales; algunas hasta se pierden. Pero vea lo que nos dice la Biblia sobre la ciudadanía celestial: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:13-16). Descubramos cuál es la naturaleza de esa ciudad, de esa patria, de esa ciudadanía.
I. HAY UNA CERTEZA SOBRE EL DESTINO FINAL DE LOS SANTOS v. 20
1. Somos peregrinos y extranjeros en la tierra. Este es uno de los temas más interesantes de nuestra salvación. Ahora tenemos un “pasaporte” que tiene en su portada el emblema: “República del Cielo”. Con este “pasaporte” transitamos nuestros días sobre la tierra. Esto es así porque no somos de este mundo, como bien lo dijo Cristo. Somos peregrinos y extranjeros. Nuestra vida acá se asemeja a la de Abraham, quien vivió en tiendas de campañas, de quien se dice que no tuvo una patria fija: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:9, 10). Esto significa que no debiéramos apegarnos mucho a este mundo “porque el mundo pasa y sus deseos”. Evitemos acostumbrarnos al lugar donde vivimos para que no nos pase como a la mujer de Lot, quien por haberse apegado tanto la ciudad de Sodoma, terminó convirtiéndose en estatua de sal. Pedro nos recomienda a: “Conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación.”(1 P. 1:17). No viviremos para siempre en esta tierra.
2. Nuestra ciudadanía está en los cielos. ¿Qué implica esto? Hay una certeza al saber hacia dónde vamos cuando este “tabernáculo terrestre” se deshiciere. Significa que ya estamos registrados en el “libro de la vida del Cordero”. Que ella la obtenemos al mismo instante cuando conocemos al Rey de ese lugar, nuestro Señor Jesucristo. Esa ciudadanía nos confiere todos los derechos de vida y de privilegios que solo serán posibles en tan inigualable Patria. Será una Patria ausente de todos los males de este mundo, pues de acuerdo a la descripción hecha por Juan, allí no habrá llanto, ni dolor, ni tristeza y tampoco habrá muerte. Pero es una ciudadanía con demandas. Un extranjero piensa en su patria. ¿Anhelo todos los días esa patria celestial? Como ciudadanos del cielo hablamos diferentes. ¿Pueden los demás reconocer que hablamos el idioma del cielo? Un extranjero, a pesar de los años fuera, añora la patria de donde vino. ¿Nos sentimos cómodos en este mundo? Así como nos interesan las noticias de nuestro país, para oírlas o leerlas, debiera gustarnos leer las noticias del cielo. Y sobre todo, como ciudadanos de ese lugar debemos saber que ahora somos miembros de la familia de Dios (Ef. 2:18)
II. HAY UNA SENTENCIA PARA LOS QUE RECHAZAN ESA PATRIA vv. 18, 19
1. Los que piensan solo en lo terrenal. Pablo sabía que muy cerca de sus hermanos filipenses había un grupo de gente que no solo estaban cuestionando su apostolado, sino que se habían constituido en “enemigos de la cruz de Cristo”. La característica principal de los tales era que solo pensaban en las cosas terrenales. Para ellos su “dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza”. Todo lo que rodeaba sus vidas era terrenal y mundano. Eran esclavos de sus propios deseos. Prestos siempre a complacer todos los apetitos de su carne, haciendo de ella su “dios”, a quien le rendían pleitesía. Pablo dice que para quienes consideran aquello como su gloria, eso mismo llegaría a ser su propia vergüenza. Cuando alguien desprecia el cielo, porque solo piensa en lo terrenal, todo lo que hace, dice o piensa, tiene una sola naturaleza: la terrenal. Los tales, lo único que poseen es la ciudadanía terrenal. Lo único que añoran es complacer sus deseos terrenales.
2. El fin de los cuales será perdición. No podrá haber otro resultado para los que rechazan la gracia y la paciencia de Dios. No podrá alguien esperar alcanzar la ciudadanía celestial cuando en este mundo lo único que hizo fue menospreciarla. Para esto es bueno recordar quienes estarían excluidos de esa ciudadanía. Cuando Juan vio y oyó todo el asunto de los redimidos, y su estancia en los cielos, dijo: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Acp. 21:27). Y al final, después que describió las características de la santa ciudad, dijo: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Acp. 22:15). No es cierto el dicho que “para el cielo vamos todos”. Jesús lo dijo de una manera muy solemne: “Si no os arrepentís, pereceréis igualmente”.
III. HAY UN LLAMADO PARA PROSEGUIR ALCANZANDO ESA META vv, 12-14
. La actitud que debe prevalecer en la carrera. Por un lado está el reconocimiento que todavía no hemos llegado al objetivo, a la meta que nos trazamos. Al hablar Pablo de la meta no está por cierto tocando el asunto de la salvación y la ciudadanía del cielo, pues ya eso lo había logrado. Su preocupación era respecto a su entrega y servicio al Señor. Él reconoce que todavía hace falta mucho, pero va en esa lucha. Para ello hace tres cosas que todos deberíamos hacer: olvidarse, extenderse y proseguir v.12. Los ciudadanos de esa Patria no podemos hacer menos que esto. Aquí hay un asunto que debe ser comentado. Si este gigante en la fe llega a esta conclusión, ¿no deberíamos nosotros revisar nuestro caminar hacia esa meta? Pablo, quien ahora está viviendo en el Señor tiene tantas razones para quedarse celebrando, pero prefiere olvidar lo que queda atrás. Las cosas del pasado son los peores obstáculos para avanzar hacia el futuro. Al final de esa meta hay un premio. Pablo no lo espera aquí. Ese premio está en el cielo.
2. Sigamos la misma regla…sintamos una misma cosa. Pablo se daba cuenta de lo fácil que pudieran los hermanos de filipos ser engañados por los “enemigos de la cruz”. Por lo tanto procede a animarles a que no cedan frente las presiones, y a su vez a seguir en lo que han sido instruidos. El evangelio tiene reglas que no pueden ser cambiadas. Esas reglas forman parte de las distinciones de los ciudadanos del reino celestial. Hay un llamado a la unidad de sentir lo mismo. Bien es cierto que hay asuntos donde podemos discrepar, pero en nuestra ruta a la Patria celestial, que plantea el reto de trabajar juntos, no podemos actuar aislados. “Perfectos en unidad, para que el mundo crea”, dijo Cristo. Para esto es importante el testimonio. El punto es llegar a donde llegó Pablo de pedir que fueran imitadores de él, por cuanto él lo era de Cristo. He aquí el reto de esa meta.
IV. HAY UNA PROMESA QUE ACOMPAÑA LA SEGUNDA VENIDA v. 21
1. Con la venida de Cristo nuestro cuerpo cambiará de figura. Los ciudadanos de la patria celestiales necesitan de un cuerpo apropiado para ese lugar. Por cuanto en el cielo no lo hereda ni carne ni sangre, es necesario que haya una transformación. Note que la primera cosa que hará el Señor en su segunda venida es transformar este cuerpo de humillación en un cuerpo nuevo, apto para aquella vida. Esta es una de las grandes noticias que traerá la venida de Cristo. Este cuerpo que se envejece, se enferma, es tentado y muere, será transformado para habitar el cielo.
2. Será un cuerpo semejante al de Cristo. Cristo tomó una naturaleza semejante a la nuestra. Cuando el resucitó los discípulos le reconocieron. Con ese cuerpo fue levantado al cielo y ahora está allá en un estado glorificado. Cuando venga en su segunda venida le veremos con ese cuerpo. El texto dice que nuestro cuerpo será semejante al de la gloria suya. ¿No es esto maravilloso? Todo eso será hecho por su poder. Un ejemplo de esto lo tenemos cuando Moisés y Elías aparecieron en la transfiguración con él, como para darnos una primicia de lo que nos espera. Pablo, al hablar de lo temporal de nuestra estadía acá y lo eterno de nuestra morada se expresó así (2 Cor 4:16-18)

1 comentario:

Noemi dijo...

gloria a Dios por sus promesas, por cuanto nos hemos rendido a los pies de Cristo, reconociendolo como nuestro Señor y Salvador, y nos dio salvacion y vida eterna donde estaremos juntamente con El.
muchisimas bendiciones desde mi blog. www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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